Namibia es reconocida por su biodiversidad y su extenso patrimonio de fauna silvestre. Sin embargo, entre sus sabanas y reservas naturales, un riesgo silencioso y persistente circula desde hace décadas: la rabia. Aunque la mayoría de los esfuerzos para controlar esta enfermedad han estado centrados en los perros, en Namibia la rabia afecta también a numerosos animales silvestres, algunos de los cuales interactúan con personas, ganado y animales de compañía.
El estudio científico que revisamos en esta entrada -publicado en BMC Veterinary Research en 2025- analiza datos de vigilancia pasiva recopilados durante 19 años y confirma que especies como el chacal de lomo negro y el kudu no solo están involucradas en la transmisión del virus, sino que pueden representar una barrera clave para erradicar la rabia en el país.
Este trabajo se convierte en una referencia valiosa para entender cómo se comporta la rabia en entornos donde la vida silvestre, la producción animal y las personas comparten el territorio.
¿Qué se investigó?
El estudio tuvo como objetivo describir en profundidad la epidemiología de la rabia en animales silvestres en Namibia entre los años 2001 y 2019. Para ello, se analizaron 1.635 muestras cerebrales de animales que presentaban signos clínicos compatibles con rabia o que murieron por causas desconocidas. Las muestras fueron recolectadas en el marco de la vigilancia pasiva del país y analizadas en laboratorios oficiales mediante técnicas de diagnóstico estándar.
Los investigadores quisieron identificar qué especies estaban afectadas, en qué regiones era más frecuente la infección, cuáles eran los signos clínicos observados y si existían patrones estacionales o geográficos que pudieran ayudar a mejorar las estrategias de prevención. El trabajo también buscó evaluar las implicancias de la circulación del virus en fauna silvestre para el control de la rabia en animales domésticos, especialmente perros, y en la salud pública.
Principales hallazgos del estudio
Más de la mitad de las muestras resultaron positivas.
De las 1.635 muestras analizadas, un 64,8 % dieron positivo a rabia, lo que confirma una circulación sostenida del virus en la fauna silvestre de Namibia. En total, 33 especies diferentes resultaron infectadas, lo que refleja la amplitud del rango de hospedadores susceptibles en el país.
El kudu y el chacal de lomo negro, protagonistas del brote silvestre.
Aunque se detectaron casos en muchas especies, dos animales concentraron casi el 90 % de las infecciones: el kudu (Tragelaphus strepsiceros), con 755 casos confirmados (77,5 % de los kudus analizados), y el chacal de lomo negro (Canis mesomelas), con 181 casos (77,4 % de los chacales analizados).
A pesar de que el kudu no es considerado un reservorio natural del virus, su alta densidad poblacional en algunas regiones y su comportamiento gregario parecen favorecer la rápida propagación de la rabia en su especie. Por su parte, el chacal sí está reconocido como uno de los principales vectores y reservorios silvestres del virus en África.
La mayoría de los casos ocurrieron en fincas comerciales.
El 72,8 % de los animales positivos a rabia provenían de fincas comerciales, es decir, grandes predios privados donde se crían animales silvestres con fines económicos (como la caza o el turismo). Estas fincas, al concentrar alta densidad de fauna y tener mayor capacidad de vigilancia y detección, se han convertido en puntos críticos para el monitoreo de la enfermedad. En contraste, las áreas protegidas y las zonas comunales reportaron muy pocos casos, aunque esto podría deberse más a una menor capacidad de vigilancia que a una verdadera ausencia del virus.
Zonas de alto riesgo bien definidas.
Geográficamente, los casos de rabia en animales silvestres se concentraron en cinco regiones del centro-oeste de Namibia, especialmente en Otjozondjupa, que fue identificada como un “cluster” de alto riesgo estadísticamente significativo.
Figura 1. Este mapa muestra la distribución geográfica de los casos de rabia confirmados en fauna silvestre en Namibia entre 2001 y 2019. Las regiones con mayor concentración de casos se ubican en el centro-oeste del país, destacando especialmente Otjozondjupa, que concentró más de 370 casos confirmados.
Estas regiones coinciden con áreas donde se encuentran muchas fincas de producción y donde los contactos entre fauna, ganado y personas son frecuentes.
Mordeduras a humanos y animales domésticos.
Uno de los datos más relevantes en el marco de la prevención de mordeduras fue que, dentro del periodo analizado, se registraron 95 mordeduras infligidas por fauna silvestre, de las cuales un 80 % fueron causadas por chacales. Casi la mitad de estas mordeduras afectaron a personas, y el resto a perros y ganado. Este hallazgo refuerza la necesidad de incluir la fauna silvestre dentro de los programas de prevención y vigilancia de mordeduras, no solo por su rol como transmisores de rabia, sino también por su cercanía cada vez más habitual con zonas pobladas.
Un patrón estacional y una posible interacción entre especies.
El análisis temporal reveló que los casos de rabia en kudus eran más frecuentes entre enero y junio, mientras que los casos en chacales aumentaban entre mayo y agosto. Esta diferencia sugiere una posible interacción indirecta entre ambas especies en la dinámica del virus, aunque se necesitan más estudios para confirmarlo.
En todo caso, los autores destacan que esta estacionalidad puede ayudar a anticipar picos de riesgo y ajustar las medidas preventivas.
Figura 2. Este gráfico muestra la distribución mensual de los casos de rabia en fauna silvestre en Namibia, diferenciando entre kudus y chacales. Se observa que los casos en kudus son más frecuentes entre enero y junio, mientras que en chacales el aumento se produce entre mayo y agosto.
¿Qué implicancias tiene esto?
Los resultados de este estudio tienen implicaciones importantes tanto para la salud pública como para la conservación de fauna silvestre. Aunque la rabia sigue siendo una enfermedad prevenible mediante vacunación, la persistencia del virus en especies silvestres como el chacal y el kudu representa un obstáculo importante para su eliminación. Incluso si se logra un buen control de la rabia en perros, la existencia de un ciclo silvestre activo implica que el virus podría reintroducirse fácilmente a zonas urbanas o rurales a través de mordeduras, contacto directo o interacción con animales domésticos.
El hecho de que los animales silvestres se acerquen a zonas habitadas, e incluso entren en contacto con ganado o perros, plantea un riesgo concreto. Esto se vuelve especialmente relevante en el caso de los kudus infectados, que, según el estudio, a menudo mostraban signos de desorientación, pérdida de miedo a los humanos y comportamiento errático, lo que facilitaba su entrada en áreas urbanas o agrícolas.
Por su parte, el chacal -ya reconocido como reservorio clave en África- se confirma aquí como el principal responsable de mordeduras a humanos y perros en el contexto silvestre. Este dato refuerza la necesidad de estrategias específicas de intervención sobre esta especie.
Entre las recomendaciones que plantea el estudio, se destacan dos líneas de acción:
Ambas medidas podrían reducir la circulación del virus en vida silvestre y prevenir su transmisión a humanos o animales domésticos, complementando así los programas de vacunación canina.
¿Por qué es importante para quienes trabajamos en prevención de mordeduras?
Este estudio nos recuerda que la prevención de mordeduras no puede limitarse a los entornos urbanos ni a los perros como único foco de atención. Las mordeduras de fauna silvestre, aunque menos frecuentes, pueden tener consecuencias graves para la salud humana y animal, especialmente en regiones donde el acceso a la profilaxis es limitado. Incorporar el monitoreo de fauna silvestre en los programas de vigilancia epidemiológica y reconocer el riesgo asociado a chacales, zorros u otros carnívoros silvestres, permite anticipar escenarios de exposición y fortalecer la prevención.
Para quienes trabajamos en este ámbito, este tipo de investigaciones amplía nuestra comprensión del riesgo y nos impulsa a integrar enfoques realmente intersectoriales, donde salud pública, medicina veterinaria, conservación y educación comunitaria trabajen juntos bajo una sola salud.
Figura 3. Infografía que representa el ciclo silvestre-doméstico-humano de la rabia en Namibia, con el chacal como principal reservorio y el kudu como amplificador.
¿Quieres conocer todos los detalles técnicos y explorar el estudio completo?
📄 Puedes acceder al artículo original (en inglés), publicado en BMC Veterinary Research, a través de este enlace::
👉 https://doi.org/10.1186/s12917-025-04692-1
Cita: Madzingira, O. et al.(2025). Epidemiology of wild animal rabies in Namibia from 2001 to 2019: implications for controlling the infection in domestic animals. BMC Vet Res 21, 227
© Derechos de autor. Todos los derechos reservados.
Necesitamos su consentimiento para cargar las traducciones
Utilizamos un servicio de terceros para traducir el contenido del sitio web que puede recopilar datos sobre su actividad. Por favor revise los detalles en la política de privacidad y acepte el servicio para ver las traducciones.