Cuando el perro ataca al ganado:
Aunque solemos asociar a los perros con el rol de animales de compañía o, incluso, el de guardianes del campo, un estudio reciente realizado en Brasil muestra una cara muy distinta de esta interacción: la de los ataques de perros a animales de producción. Sí, perros -en este caso, aquellos que andan sueltos o sin dueño- que atacan a ovejas, caballos, cabras y otros animales de granja, provocando heridas graves, muertes y pérdidas económicas.
Durante 11 años, un grupo de investigadores del Hospital Veterinario de Grandes Animales de la Universidad de Brasília(1) documentó este fenómeno poco estudiado. Su trabajo, publicado en Frontiers in Veterinary Science, analiza 50 casos de animales atacados por perros y atendidos en ese hospital.
Lo que encontraron es tan impactante como necesario de conocer.
¿A quién atacan los perros?
Entre los animales víctimas de mordidas, las ovejas fueron, con mucha diferencia, las más afectadas: 31 de los 50 casos analizados. A ellas les siguieron los caballos (11), las vacas (3), las cabras (3) y los cerdos (2). La mayoría de los animales atacados eran hembras, algo que podría estar relacionado con su mayor presencia en los rebaños comerciales, donde suele haber muchas más hembras que machos.
En un 84% de los ataques, hubo al menos una persona —dueño, trabajador o encargado— que fue testigo directo del hecho. En algunos casos, el ataque lo realizó un solo perro, pero en casi la mitad participaron dos o más al mismo tiempo, lo que podría haber potenciado la agresividad del episodio. Según los casos en que se logró identificar a los agresores, la mayoría eran perros mestizos de tamaño mediano o grande, sin dueño aparente. También se registraron ataques de perros de razas como rottweiler, pitbull y mastín brasileño.
Aunque no siempre se pudo determinar su procedencia exacta, se trataba, en la mayoría de los casos, de perros vagabundos, animales que circulan por zonas rurales sin control, lo que representa un riesgo persistente para los animales de producción.
Distribución de los animales de producción atacados por perros en el estudio. En total, se analizaron 50 casos atendidos en un hospital veterinario entre 2010 y 2020. Las ovejas fueron, con diferencia, la especie más afectada
¿Dónde muerden los perros?
El estudio también analizó las zonas del cuerpo donde los perros causaron heridas, y los resultados muestran patrones muy claros. En más de la mitad de los casos —un 52%— los animales presentaban mordidas en varias partes del cuerpo al mismo tiempo, una señal de la violencia y rapidez con la que se desarrollan estos ataques. Entre los casos en que las lesiones se concentraron en una sola zona, la cabeza y el cuello fueron las más comúnmente afectadas, con un 27% de los casos. Le siguen las patas delanteras y traseras (15,3%), el abdomen y los costados (6%) y, por último, la parte trasera y la cola (4%).
Este tipo de distribución corporal sugiere que muchos animales fueron derribados durante el ataque, o bien atacados por más de un perro a la vez, lo que facilita que reciban mordidas en diferentes puntos. También coincide con lo que se ha descrito en otros estudios: los perros no siempre muerden con intención de alimentarse, sino que muchas veces lo hacen de forma indiscriminada, siguiendo un impulso depredador. En estos casos, el resultado es un daño físico muy amplio y difícil de tratar.
Zonas del cuerpo más afectadas por mordidas de perro. En más de la mitad de los casos, los animales presentaban lesiones en múltiples partes del cuerpo. Las mordidas también se concentraron en cabeza, cuello y extremidades.
Heridas que van de leves a devastadoras.
Para evaluar con mayor precisión el impacto físico de los ataques, los investigadores utilizaron una clasificación por grados que adapta un sistema empleado en medicina pediátrica para lesiones por mordeduras. Esta escala, dividida en cuatro niveles, permite distinguir desde las heridas más superficiales hasta las más graves:
La distribución de los casos fue reveladora: un 26% de los animales sufrió heridas leves (Grado 1), un 28% presentó lesiones moderadas (Grado 2) y el 46% restante correspondió a los grados más graves, 3 y 4, donde el daño fue profundo y extenso.
Entre los ejemplos más extremos documentados, hubo ovejas con evisceración abdominal, cabras que presentaron fracturas en el rostro, ponis con la tráquea lacerada, e incluso un caso de osteomielitis -una infección ósea severa- en una cabra.
Estos datos reflejan no solo la intensidad de los ataques, sino también la brutalidad que pueden alcanzar en cuestión de minutos.
¿Qué pasó con los animales?
Los desenlaces no siempre fueron positivos. De los 50 animales atendidos, 9 murieron y 6 tuvieron que ser eutanasiados debido a la gravedad de sus lesiones. Los 35 restantes fueron dados de alta después de recuperarse.
El tiempo de recuperación fue muy variable. Algunos animales con heridas leves se recuperaron en pocos días, pero los que sufrieron lesiones graves necesitaron hasta 135 días de hospitalización. En promedio, un animal con heridas de Grado 4 permanecía internado alrededor de 67 días.
¿Cómo se trataron las heridas?
De los 50 animales evaluados en el estudio, 44 recibieron algún tipo de tratamiento veterinario, mientras que los otros 6 fueron eutanasiados de forma inmediata debido a la extrema gravedad de sus lesiones, que hacían inviable cualquier intento de recuperación.
En la mayoría de los casos, se optó por un manejo clínico conservador, basado en la administración de antibióticos de amplio espectro, antiinflamatorios y curaciones tópicas para favorecer la cicatrización. Este enfoque permitió estabilizar a los animales y controlar infecciones, aunque requirió tiempo, seguimiento constante y recursos.
Sin embargo, en 7 animales fue necesario recurrir a intervenciones quirúrgicas, debido a la complejidad o extensión de las heridas. Entre las técnicas empleadas se incluyeron amputaciones de extremidades, reconstrucciones nasales, osteosíntesis mandibular (reparación de fracturas en la mandíbula) y suturas realizadas tras una limpieza profunda de las lesiones.
Estos procedimientos representaron un esfuerzo terapéutico considerable, y en todos los casos implicaron costes elevados para los propietarios, tanto por los materiales y cuidados necesarios como por los tiempos prolongados de recuperación.
¿Cuándo ocurren estos ataques?
Los ataques registrados en el estudio ocurrieron a lo largo de todo el año, lo que indica que este tipo de incidentes no se limita a una temporada específica. Sin embargo, al observar la distribución mensual, noviembre fue el mes con más casos, mientras que febrero y septiembre fueron los que registraron la menor cantidad. Aunque el análisis estadístico no mostró un patrón estacional claro, estas pequeñas variaciones podrían ser útiles para entender mejor las dinámicas locales y planificar acciones de vigilancia o prevención en determinados periodos del año.
Además, al no haber diferencias significativas entre la mayoría de los meses, se refuerza la idea de que los ataques de perros sueltos al ganado son un riesgo constante, que no depende de estaciones climáticas ni ciclos reproductivos de los animales. Esto plantea el desafío de diseñar estrategias de manejo que sean permanentes y no solo puntuales.
Un problema real, poco visibilizado
Los autores del estudio subrayan que estos ataques están probablemente subestimados y poco reportados, ya que muchos animales que sufren mordidas nunca llegan a hospitales veterinarios. En zonas rurales, es común que el productor tome decisiones directamente en la finca (sacrificio, entierro, abandono), sin dejar registro.
Además, no existen protocolos estandarizados para tratar este tipo de heridas en animales de granja, ni políticas específicas de prevención. Todo esto complica aún más el panorama.
¿Por qué importa este estudio?
Este trabajo representa la primera descripción detallada de ataques de perros a animales de producción en el centro de Brasil, una región clave en la producción mundial de carne y leche. Muestra que los perros pueden ser un factor de riesgo serio para la sanidad y economía del sector agropecuario.
Además, visibiliza una realidad que suele pasar desapercibida en las estadísticas oficiales y en el debate público: la convivencia entre animales domésticos y la producción agropecuaria tiene puntos de conflicto que no podemos ignorar.
Muchos de estos ataques ocurren en zonas rurales donde perros sin supervisión se acercan al ganado sin restricciones, en un contexto de desprotección silenciosa.
¿Quieres conocer todos los detalles técnicos y explorar el estudio completo?
Puedes acceder al artículo original publicado en Frontiers in Veterinary Science desde este enlace:
👉 https://doi.org/10.3389/fvets.2024.1342258
Cita: Gonzaga, M. D. C., Borges, J. R. J., Alves, T. S., Sousa, D. E. R. D., Castro, M. B. D. y Câmara, A. C. L. (2024). Domestic dog attacks on livestock referred to a Veterinary Teaching Hospital. Frontiers in Veterinary Science, 11, 1342258.
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