Modelo Predictivo Mordeduras de Serpiente en Zamora Chinchipe, Ecuador.


Marlon Eduardo Jiménez Abad, Byron Efrén Serrano Ortega, Dora Thalía Ruilova Córdova, Geovanna Elizabeth Herrera Serrano y Pablo Fernando Carrión Martinez (2025)

¿Por qué hablar de mordeduras de serpiente? Un problema urgente y olvidado.

 

Aunque acostumbran a pasar desapercibidas, las mordeduras de serpiente son una emergencia sanitaria real, especialmente en regiones rurales de América Latina, África y Asia. No solo pueden causar la muerte, sino que también generan secuelas graves como amputaciones, infecciones severas o discapacidades permanentes. Según la Organización Mundial de la Salud, cada año unos 5,4 millones de personas sufren mordeduras de serpiente, y más de 400.000 quedan con secuelas físicas de por vida.

 

En zonas tropicales, como la Amazonía ecuatoriana, este problema cobra aún más relevancia. Allí, la combinación de selvas densas, clima cálido y comunidades con difícil acceso a servicios de salud genera un contexto de alta vulnerabilidad.

 

Y aquí es donde entra este estudio, realizado por el Dr. Abad y sus colaboradores en la provincia de Zamora Chinchipe, al sur del Ecuador: los investigadores decidieron ir más allá del simple registro de casos, y se preguntaron si era posible predecir en qué momentos y lugares habría más riesgo de mordeduras. Una idea poderosa, porque si se puede anticipar el peligro, se pueden tomar decisiones a tiempo y salvar vidas.

 

 

¿Qué tienen que ver el clima y las serpientes?

 

Las serpientes no regulan su temperatura corporal como los humanos. Son animales ectotérmicos, lo que significa que dependen del entorno para calentarse o enfriarse. Por eso, las condiciones climáticas juegan un papel crucial en su comportamiento: si hace demasiado frío, se esconden; si el clima es templado y húmedo, se activan, cazan y, a veces, entran en contacto con personas.

 

Este vínculo entre clima y serpientes ha sido observado en muchos países, pero en Ecuador —y especialmente en Zamora Chinchipe— no se había estudiado a fondo. ¿Influye realmente la temperatura o la cantidad de lluvia en la cantidad de mordeduras? ¿Se puede anticipar cuándo ocurrirán más casos?

 

Estas preguntas guiaron la investigación: entender cómo se comportan las serpientes en relación con el clima, y sobre todo, cómo esos patrones pueden ayudar a prevenir accidentes ofídicos. Un enfoque que conecta directamente ecología, salud pública y análisis de datos.

Un modelo para adelantarse al riesgo.

 

Para responder a esas preguntas, el equipo de investigación analizó 683 casos de mordeduras de serpiente registrados entre 2014 y 2023 en Zamora Chinchipe. Junto con esa información, recopilaron datos climáticos detallados: temperaturas máximas y mínimas, niveles de precipitación y humedad relativa mes a mes.

 

Con todo ese material construyeron algo muy potente: un modelo predictivo. Es decir, un sistema capaz de aprender de los datos y detectar patrones que anticipen futuros riesgos. Para ello, usaron un tipo de inteligencia artificial llamado Random Forest, que funciona como un bosque de decisiones: combina múltiples “árboles” estadísticos para tomar una decisión más precisa y robusta.

 

Pero como los datos estaban desequilibrados (había muchos más momentos sin mordeduras que con ellas), aplicaron una técnica llamada SMOTE, que ayuda a equilibrar los casos en los que sí hubo mordeduras, generando ejemplos sintéticos. Luego ajustaron el modelo para que fuera lo más preciso posible, evaluando diferentes configuraciones.

 

¿El resultado? Un modelo entrenado para predecir cuándo y dónde hay más riesgo de mordedura, basado exclusivamente en condiciones climáticas y estacionales.

 

 

¿Qué descubrieron? Las claves del modelo.

 

El análisis reveló patrones muy claros: el riesgo de mordedura de serpiente no es aleatorio. Hay momentos del año y condiciones climáticas específicas en las que los encuentros con serpientes aumentan notablemente.

 

Estos fueron los principales hallazgos:

  • Meses críticos: marzo, abril y mayo concentraron la mayor cantidad de casos. En mayo, por ejemplo, se registraron hasta 67 mordeduras en condiciones de alta precipitación.
  • Temperaturas templadas (ni muy frías ni extremadamente cálidas) se asociaron con mayor actividad de serpientes.
  • La lluvia tuvo un rol decisivo: cuanto más llueve, más probabilidades hay de mordedura.
  • La humedad relativa también fue determinante. En ambientes con humedad alta o moderada, las serpientes fueron más activas.

Esto sugiere algo muy importante: el comportamiento de las serpientes está directamente influenciado por el clima, y eso se refleja en la cantidad de mordeduras. Por ejemplo, tras lluvias intensas, es posible que las serpientes busquen refugio en zonas más cercanas a asentamientos humanos, aumentando el riesgo de encuentros accidentales.

 

Además, cuando se analizó qué variables influían más en el modelo predictivo, las dos más importantes fueron la humedad y la precipitación, seguidas de las temperaturas. En cambio, el mes del año o el cantón en sí mismo fueron menos determinantes, lo que refuerza la idea de que el clima es el principal motor del riesgo.

Gráfico de barras que muestra los meses con más mordeduras de serpiente según la intensidad de las lluvias en Zamora Chinchipe

Este gráfico muestra los meses con más mordeduras de serpiente en función del nivel de precipitación. Los colores indican la intensidad de la lluvia: cuanto más oscuro, mayor es el volumen de precipitaciones.

 

¿Qué nos permite anticipar este modelo?

 

Una cosa es tener una idea; otra, que funcione. Por eso, los investigadores evaluaron el desempeño del modelo predictivo con distintas métricas para saber si realmente servía para anticipar riesgos.

 

¿Y qué encontraron? Que el modelo funcionó sorprendentemente bien:

  • Precisión general del 77 %, lo que significa que acertó en tres de cada cuatro predicciones.
  • Área bajo la curva (AUC) de 0,86, una medida técnica que indica muy buena capacidad para diferenciar entre situaciones de riesgo y no riesgo.
  • Buen equilibrio entre los casos que sí logró detectar (presencia de mordedura) y los que descartó correctamente (ausencia de mordedura).

Eso sí, como suele pasar con modelos aplicados a salud pública, el mayor reto estuvo en los falsos negativos: situaciones en las que el modelo no detectó un riesgo que sí existía. Aun así, su rendimiento fue sólido y estable incluso al ser puesto a prueba con distintos conjuntos de datos, lo que demuestra que no es solo una casualidad.

 

En resumen: una herramienta útil y confiable para anticiparse al riesgo en zonas vulnerables.

 

 

¿Y ahora qué? Lo que nos deja este estudio.

 

Este trabajo no solo aporta datos, sino que abre una puerta concreta para actuar con anticipación frente a un problema real y olvidado. Tener la capacidad de predecir cuándo y dónde hay más riesgo de mordeduras de serpiente puede marcar la diferencia entre una emergencia bien atendida… o una tragedia evitable.

 

Implementar un modelo así en sistemas de salud permitiría:

  • Activar alertas tempranas durante los meses y condiciones más críticas.
  • Reforzar el personal y los insumos en zonas rurales cuando el riesgo aumenta.
  • Planificar campañas de prevención y educación en los momentos más oportunos.
  • Optimizar la distribución de sueros antiofídicos, que muchas veces son escasos.

Además, este enfoque demuestra cómo la ciencia de datos puede servir no solo para entender el pasado, sino para proteger el futuro. Al integrar variables ecológicas, climáticas y de salud, se alinea con estrategias más amplias como el enfoque One Health, que reconoce que la salud humana, animal y ambiental están profundamente conectadas.

Zamora Chinchipe, con su biodiversidad y condiciones tropicales, representa un lugar clave para aplicar este tipo de herramientas. Pero la idea es replicable y adaptable a otras regiones con problemáticas similares.

 

Este estudio, en definitiva, es una invitación a actuar antes de que el riesgo se materialice.

Resumen visual del estudio sobre predicción de mordeduras de serpiente en Ecuador, basado en clima, con datos clave y hallazgos.

Para saber más:

 

Este estudio muestra cómo la ciencia, cuando se conecta con las necesidades reales de la población, puede salvar vidas. En lugar de esperar a que ocurran emergencias, nos da herramientas para anticiparnos y prepararnos.

Una mordedura de serpiente puede ser cuestión de vida o muerte. Pero si sabemos cuándo y dónde hay más riesgo, podemos estar un paso por delante.

 

¿Quieres conocer todos los detalles técnicos y explorar el estudio completo?
Puedes acceder al artículo original publicado en la Revista Científica Mundo de la Investigación y el Conocimiento desde este enlace:
👉 https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v9i1.16762

 

 

Cita: Abad, M. E. J., Ortega, B. E. S., Córdova, D. T. R., Serrano, G. E. H. y Martinez, P. F. C. (2025). Modelo Predictivo Basado en Factores Climáticos para la Identificación de Áreas y Periodos de Alta Vulnerabilidad a Mordeduras de Serpiente en Zamora Chinchipe, Ecuador. Ciencia Latina Revista Científica Multidisciplinar, 9(1), 11846-11865.

Esta infografía resume los principales hallazgos del estudio sobre mordeduras de serpiente en Zamora Chinchipe, mostrando de forma visual el contexto, la metodología y los resultados clave del modelo predictivo.

Necesitamos su consentimiento para cargar las traducciones

Utilizamos un servicio de terceros para traducir el contenido del sitio web que puede recopilar datos sobre su actividad. Por favor revise los detalles en la política de privacidad y acepte el servicio para ver las traducciones.